No invertir en formación: Pan para hoy, hambre para mañana

Uno de los datos que aportaba el reciente estudio sobre madurez digital de las empresas andorranas era que el 99% de las empresas encuestadas consideraban que la mitad de su plantilla no tiene las competencias digitales adecuadas para desarrollar su actividad de forma eficiente.

Más concretamente, sólo el 18% de las empresas contaban con perfiles con competencias digitales y experiencia específica. Estos datos van relacionados con la noticia que conocíamos a principios de este mes: prácticamente la mitad de las empresas de este país no invierten ni un euro en la formación de sus empleados (a cualquier nivel, no hablo solamente de formación en competencias digitales).

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Forma bien a tu gente, de tal foma que puedan irse.
Trátalos bien, de forma que no quieran hacerlo.

Sorprende este dato en un país que aspira a entrar a competir en el mercado de la UE, donde las competencias digitales están a la orden del día, y las empresas cuentan con una preparación sencillamente brutal. En un país donde nos jactamos de querer ser un Smart Country y un hub de Innovación y Desarrollo Tecnológico de primer nivel, pero donde curiosamente la inversión en I+D+i está en el último lugar. Donde la máxima es “si las cosas funcionan, no las toques”, y eso en los últimos años se traducía en “el turismo acude, hacemos caja, todo va bien”. El problema es que las cosas ya no van tan bien, y es momento de tocar ciertas cosas que ya no funcionan, o empiezan a flaquear. El mejor momento para realizar una inversión es cuando las cosas son boyantes, cuando el negocio tradicional todavía funciona, a eso se le llama anticiparse, ir un paso por delante de lo que pueda venir.

La respuesta es que estarán rindiendo muy por debajo del qué pueden dar como personas. Un trabajador formado y motivado (en resumen: feliz) seguramente será mucho más productivo que otro que no lo sea.

Dejemos de ver la formación como un gasto, pues es una inversión. Nos brinda un retorno rápido (más de lo que creemos) si la enfocamos en base a cuatro ámbitos fundamentales:

  • El empleado desarrolla conocimientos que le aportan no sólo skills específicos, sino otros intangibles como motivaciónenriquecimiento personalpensamiento crítico, y otras soft-skills que puede aplicar en su día a día en el trabajo o como persona.
  • Si elegimos un modelo de formación basado en el Learning by Doing, no aprenderán aburridos conceptos teóricos, sino que aplicarán directamente los conocimientos adquiridos en sus quehaceres diarios. Esto es tremendamente útil para fomentar el trabajo en equipo y la aplicación práctica de problemas reales de la empresa en la formación.
  • Mediante esta metodología los alumnos y el professor establecen un vínculo mucho más estrecho que en la enseñanza tradicional, basándose en el intercambio de puntos de vista mediante preguntas y problemas que generen debate, enriqueciéndose todas las partes las unas de las otras. El profesor también aprende de sus alumnos y queda a su disposición para el futuro, no sólo para resolver dudas, sino también para apoyar y colaborar en sus proyectos, resultando en un beneficioso ejemplo de cultura de trabajo colaborativo.
  • La formación presencial se complementa con la digital, en la que los materiales quedan a la completa disposición del alumno (y por tanto, de la empresa final), resultando en valiosos activos que pueden utilizar libremente, los que unidos al networking realizado con otros alumnos y profesor, aportan recursos de gran valor a la empresa que ha contratado la formación.
Learning retention
La retención que se consigue con el Learning by Doing alcanza el 75%, sólo por debajo del 90% que obtenemos cuando somos nosotros quienes enseñamos a otros. En cualquier caso, es un porcentaje muy superior al 5% que se retiene en una clase magistral tradicional o al 10% de una lectura.

Como hemos visto, la formación no tiene porqué ser vista como un gasto. Tenemos que pensar qué áreas de conocimiento queremos reforzar, sean de ámbito general o que nos puedan ayudar para una operativa o proyecto concreto, y acudir a una empresa que nos elabore una formación personalizada, adaptada a nuestras necesidades, y de calidad, mediante el uso de metodologías Learning by Doing recursos digitales de valor añadido. Viendo la relación coste/beneficio que nos aporta la formación, ¿alguien sigue creyendo que es un gasto y no una inversión?

 

Redactado por Roger Villas Kirchner  INICED

 

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